¿Son las emociones algo que todas las marcas deben apelar? La respuesta a esta pregunta no está del todo clara, sin embargo, lo que es bien sabido es que las emociones venden. Esto se debe a su poder de llamar la atención de los individuos y conseguir ganarse su confianza.
Por medio de mensajes creativos, las marcas consiguen crear mundos imaginarios en los que el posible consumidor se convierte en protagonista. Se trata de una forma de conseguir ganarse la confianza del individuo, habiéndole previamente predispuesto de un modo positivo.
La publicidad dinámica es realmente eficiente cuando se aplica a campañas cuyo objetivo principal es despertar no solo el interés de los individuos, sino sus emociones. Por medio de estas estrategias, las marcas pueden incrementar sus ventas, al mismo tiempo que fidelizan a los consumidores.
Y es que las emociones consiguen que los individuos tengan marcas favoritas, marcas que no cambiarían a no ser que sean decepcionados. Dichas decepción podría deberse a un incremento del precio, una conducta socialmente irresponsable o una disminución de la calidad de los productos ofrecidos.
Sin embargo, si la compañía en cuestión aplica las emociones a sus campañas de publicidad dinámica, puede estar segura de que el mundo de valores y emociones que creará será el mundo en el que el consumidor quiera encontrarse.
El punto de venta se vuelve, de este modo, en el lugar indicado para captar la atención del individuo y trasladarlo al mundo ideado especialmente para él. Se trata de una manera más de comenzar la aventura y esperar el momento en el que el lazo entre marca y consumidor será fuerte, llegando a obtener recomendaciones que se traducirán en ventas sostenibles a largo plazo.