Si bien no dejamos de oír hablar de la importancia de la transformación digital en todos los sectores de la economía, gran parte del comercio de barrio sigue reticente a este cambio, a menudo porqué se asocia a altos costes materiales y de personal especializado o, simplemente, porque no se ve como una prioridad. Con el boom del digital signage (o cartelería digital) muchos comerciantes se preguntan si invertir en la instalación de una pantalla digital en el establecimiento tendrá un impacto real en los números del negocio. La respuesta es sí.
Según una encuesta de la compañía Nielsen sobre la efectividad del digital signage en el sector alimenticio, los medios digitales conocidos como DOOH (digital out of home media) – término que engloba la cartelería digital— incrementan las ventas en el punto de venta. Cuatro de cada cinco marcas entrevistadas experimentaron aumentos de hasta el 33% en ventas adicionales gracias al uso de estas herramientas. Y no es de extrañar, ya que la solución responde a la centenaria técnica de marketing que llevan usando los comercios tradicionales, solo que empleando las últimas tecnologías y mejorando las posibilidades del viejo cartel colgado en la puerta que anuncia que “esta semana los plátanos están de oferta”.
En los mercados y en las calles comerciales los diferentes comercios conviven unos al lado de otros, ofreciendo una amplia variedad de opciones al consumidor. Aquel que lleva toda la vida en el barrio ya sabe cuál tiene los precios más competitivos o los productos de mejor calidad, pero el que acaba de llegar o no está en su zona habitual, lo desconoce, por lo que las posibilidades de que acuda a uno u otro pueden ser pura casualidad. Al cliente habitual quizás también le interesará saber que ahora se han incorporado productos frescos a su tienda de conservas, o que el restaurante de la esquina ahora tiene platos sin gluten.
¿Qué hace el digital signage? Sustituir al cartel de siempre, aumentar su tamaño y ampliar los mensajes, con un formato más atractivo y un alcance visual mucho más amplio. Además, permite coordinar los contenidos mostrados en la pantalla con otras plataformas digitales, como las redes sociales que, de nuevo, representan una extensión del “boca a boca” tradicional, con la difusión de críticas y recomendaciones a través de “me gusta”, comparticiones y comentarios.
Esto no es todo, como valor añadido que no ofrecía el cartel manual, el digital signage viene acompañado de una poderosa herramienta de analítica digital. Ésta identifica patrones de comportamiento –anónimos— de los consumidores, según datos demográficos como la edad o el género, así como los contenidos más atractivos que se muestran en las pantallas. De este modo, el comerciante puede identificar que, por ejemplo, el anuncio sobre la nueva carta de desayunos acapara más miradas, que aquel otro sobre los vinos ecológicos. Unos datos que le ayudaran a diseñar su estrategia comercial o a planificar el stock.
El mito de los elevados costes de las herramientas tecnológicas podría tener sentido hace unos años, sin embargo, las necesidades de digitalización de las empresas han propiciado la aparición de soluciones a medida y a precios asequibles. Es el caso de myBloo, una empresa dedicada a impulsar el comercio local mediante su transformación digital. La compañía ofrece packs mensuales de herramientas tecnológicas en el punto de venta como las pantallas digitales. El método es el mismo que el de la tarifa plana: se paga a plazos –en este caso sin permanencia— y el cliente cuenta con un equipo técnico detrás y tiene la posibilidad de añadir o reducir servicios en función de sus necesidades y presupuesto. Las posibilidades para el comercio local son infinitas.