En los establecimientos de las zonas metropolitanas se están comenzando a utilizar herramientas marketinianas que suscitan un gran interés.
Se trata de tecnología que analiza el tiempo que se queda cada consumidor en el establecimiento, la edad del mismo, la frecuencia con la que visita la superficie comercial, el desembolso que realiza al cabo del mes, sus gustos y preferencias, etcétera.
Además, se recurre al uso de cámaras que investigan los perfiles de los posibles compradores. Popai ha publicado un artículo en el que informa que dichas cámaras se sitúan a menudo en los ojos de los maniquís, para poder alcanzar un ángulo mucho mayor de posibles compradores.
Todo esto tiene un fin claramente comercial y los displays forman parte de las estrategias de las empresas que recurren al uso de tecnologías como ésta. Una vez que se conozca el perfil del comprador, se puede lanzar información exacta que no perturba la experiencia sensorial de los individuos. Las ventas crecen de un modo considerado, se ofrece la información adecuada en el momento correcto.
Sin embargo, hay un problema. La privacidad de las personas ha hecho que temas relacionados con neuromarketing o tecnología basada en investigación del perfil de cada persona vía Smartphone, sean muy criticados.
Es importante señalar que se trata de herramientas que mejoran la experiencia de los usuarios y, al igual que en los comienzos de internet, nos sentiremos vigilados y quizás sentiremos que nuestra privacidad se ve dañada. Pero a largo plazo descubriremos que la oferta que lanzan las compañías será mucho más interactiva y útil. Nos beneficiaremos de los datos que proporcionamos y disfrutaremos de una compra hecha a medida.