La eficiencia de la publicidad dinámica reside en su poder de captar la atención de los individuos. Se trata de un soporte publicitario que, situado en el lugar perfecto, consigue transmitir un mensaje estratégico al individuo.
Dicho individuo, ansioso por tomar la decisión de compra correcta en un periodo de tiempo reducido, decide pararse un momento y ver qué es lo que la marca tiene que contarle. Se trata de una manera innovadora para transmitir un mensaje original y conciso.
Teniendo en cuenta que nuestro tiempo libre es limitado, y que las marcas que comercializan el mismo producto son muchas, no es de extrañar que sea difícil conseguir captar nuestra atención. Sin embargo, una vez que alguna marca lo consiga, el éxito está casi asegurado. Todo dependerá de la fuerza del mensaje, así como de su correcto posicionamiento.
El lugar en el que se posiciona debe ser cercano al producto, e idealmente, cercano a las cajas. Esto conseguirá que el consumidor coja el producto y se dirija a la caja, sin plantearse dos veces la acción.
No podemos olvidarnos que la decisión será justificada, y repetida, siempre y cuando el producto supere a las expectativas del individuo. Debe haber algo que le sorprenda de modo positivo, algo que le haga desear volver a adquirir otro producto que la marca ofrece.
En definitiva, los individuos deben dejar que las marcas cuenten lo que tengan que contar. Tras ello, la tarea será limitada a tomar la decisión correcta en base a todo lo aprendido a través del mensaje publicitario.