El mundo en el que vivimos es un mundo lleno de pantallas, pantallas que llevan incorporados mensajes publicitarios.
Los smartphones, la televisión, los ordenadores, la tablet, las pantallas de publicidad dinámica en el punto de venta, los escaparates digitales, todo ello se ha convertido en parte esencial de nuestro día a día.
Además, cada vez sentimos más dependencia de dichas innovaciones tecnológicas y las incorporamos a nuestra rutina diaria sin darnos cuenta de la cantidad de tiempo que dedicamos a cada pantalla.
Hay empresarios que no apuestan por publicidad en determinados soportes, creyendo que ésta resulta molesta. Esto no es así, la publicidad no es molesta si está bien planificada y ejecutada. Está claro que no se pueden exceder unos límites concretos.
Si el espectador le está agradecido al medio o soporte en cuestión por la información que recibe y por el servicio que le ofrece, la publicidad será bien recibida.
Las primeras campañas publicitarias enviadas por geolocalización resultaban molestas, pues el anunciante no conocía bien al receptor y le enviaba información de poca utilidad. Ahora esto ha cambiado y el consumidor premia a las marcas que le envían cupones de descuento con servicios que puede encontrar en lugares cercanos a su localización, que además se adaptan a sus necesidades concretas en el momento dado.
Con las pantallas de publicidad dinámica ocurría algo parecido. En sus primeros años de vida incorporaban mensajes monótonos que dejaron de llamar la atención de los posibles compradores. Con el paso del tiempo este inconveniente ha desaparecido, pues hay maravillosas campañas que, ejecutadas de un modo creativo e innovador, han conseguido incrementar de modo notable los beneficios finales.